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Mitos y verdades sobre la intolerancia a la lactosa

  • 28 Mar 2019
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La lactosa es el azúcar de la leche y se ha convertido, como el gluten, en un ingrediente natural que se encuentra presente en muchos alimentos que algunas personas han comenzado a eliminar.

 

Hay muchas personas que pueden ser intolerantes a la lactosa y no lo sepan. Es por ello que vamos a iniciar definiendo que la intolerancia a la lactosa es la incapacidad de digerir el azúcar propio de la leche. Su mala absorción se debe a la ausencia de la lactasa, una enzima presente en el intestino delgado que se encarga de ayudarnos a digerir esa lactosa.


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Se dice que cuando se produce poca lactasa en el cuerpo y no se puede descomponer el azúcar, que es la lactosa, entonces hablamos de la intolerancia. Cuando se consume una cantidad mayor de la que uno puede tolerar, se dan una serie de molestias producto de la misma intolerancia.

 

Por tanto, la clave está en conocer el límite y no sobrepasarlo. De todas formas, siempre es importante valorar el caso concreto y adaptar la alimentación a cada persona.

 

¿Qué ocurre si dejas de consumir leche?

 

Si retiras por completo la lactosa de tu dieta y lo haces durante un tiempo prolongado, puedes volverte intolerante sin haberlo sido, ya que tu cuerpo deja de utilizar la lactasa, disminuyendo la producción de esta enzima y volviéndose cada vez más difícil recuperarla.

 

Esto es muy diferente a ciertos casos en los que la disminución de lactasa aparece como un efecto secundario por una cirugía, lesión o enfermedad como la celiaquía, la enfermedad de Crohn o un sobrecrecimiento bacteriano.

 

Alternativas

 

Los lácteos fermentados suelen ser mejores que los no fermentados porque tienen menos lactosa, pero el tipo de proteína láctea, en realidad, es la misma. Aun así, entre los beneficios que aportan acaban por convertirlos en una opción mucho más tolerable que la leche.

 

Además, si eliges los lácteos de cabra u oveja, estarás consumiendo una mayor cantidad de esa primera proteína, la betacaseína A2, la misma que está presente en la leche materna y con menor nivel de lactosa.

 

Al final, lo que debes tener en cuenta es que los lácteos sin lactosa son productos a los que se les ha eliminado el azúcar, pero a los que se les han añadido la enzima lactasa, que ayuda a digerir la propia lactosa. Si ves necesario recurrir a este tipo de productos, adelante, pero productos como el queso o el yogur tienen un menor contenido en lactosa que la leche y, por tanto, puedes seguir consumiéndolos. Pero lo ideal es consultar con un especialista según sea tu caso particular.



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