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Acoso escolar: cuando tu hijo es el agresor

  • 17 Jun 2021
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Todavía no hay estudios que lo avalen, pero los especialistas temen que durante la pandemia haya aumentado el acoso entre escolares, señaladamente el ciberacoso. A los padres les preocupa que su hijo o hija pueda ser la víctima, pero ¿qué sucede cuando se descubre que es el agresor?

Rosario del Rey, profesora titular del departamento de Psicología Evolutiva y de la Educación de la Universidad de Sevilla, especializada en formación del profesorado sobre convivencia, acoso escolar y ciberacoso, explica a EFEsalud una serie de claves de esta compleja realidad.

Lo  primero que deja claro: No se puede hablar de un perfil del niño acosador, porque se trata de una suma de factores y variables.

Las situaciones resultan tan intricadas que chicos que agreden en un contexto, pueden ser victimas en otro.

Además tanto el acoso presencial como el  ciberacoso “tiene mucho que ver con el contexto, las  circunstancias, las características de las persona, los amigos…”

En definitiva,  hay pocos estudios que respalden relaciones causales.

“Sí es verdad que hay agresores en los que están más representados unas variantes determinadas, por ejemplo los impulsivos  tienen mayor probabilidad de serlo, pero hay muchos impulsivos que no lo son”, señala la profesora.

Los menores, refiere, están en proceso de aprender muchas cosas, entre ellas, a relacionarse, a regular su agresividad“.

“A lo largo de los años vamos modulando la forma de interactuar con los demás, y hay algunos menores a los que les cuesta más trabajo y tenemos que reeducarlos en ese sentido”, expone.

Los estudios respaldan que desde el contexto educativo se pueden fortalecer efectos protectores que debilitan otros.

“Al final estamos hablando de habilidades sociales y de criterio moral, es decir identificar lo que está bien o mal en unas u otras circunstancias”, valora esta experta.

Desde esas circunstancias los estudios analizan también factores psicológicos como la citada impulsividad, la falta de reflexión y regulación en la toma de decisiones o la escasa tolerancia a la frustración.

En relación a esta última apunta que está aumentando: “No estamos  educando a nuestros menores a que sepan tolerar situaciones de frustración cuando no consiguen lo que quieren”, advierte Rosario del Rey.

Además, prosigue, se da la paradoja de que “siempre encuentran razones de su fracaso o comportamiento en agentes e externos; eso hace que identifiquen y regulen menos sus fortalezas y debilidades”.

Acoso: cuando tu hijo es el agresor

Relata la investigadora que cuando los padres normalmente no tienen conciencia  de que su hijo es agresor, y cuando se les pone en conocimiento, las reacciones suelen ser muy diferentes, muchos tienen que pasar un proceso parecido al duelo, que empieza siempre en la fase de negación.

“Sí se puede decir que en la etapa adolescente está subiendo estos comportamientos, debido a  la necesidad de popularidad y  a la  normalización de la violencia”

“Si ven ‘guay’ dejar a alguien en ridículo pues lo van a  hacer para ganar popularidad”.



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