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Consideraciones de salud pública al reanudar los viajes internacionales

  • 26 Ago 2020
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Muchos países suspendieron algunos o todos los viajes internacionales desde el inicio de la pandemia de COVID-19, pero ahora prevén retomarlos. Para ello, es necesario tener algunas consideraciones por parte de las autoridades sanitarias nacionales que estén abriendo gradualmente los viajes internacionales o que estén estudiando hacerlo.

El proceso de adopción de decisiones debe ser multisectorial y es necesario garantizar que las medidas que apliquen las autoridades nacionales e internacionales de transporte estén coordinadas con las de otros sectores pertinentes. Además, todo el proceso debe ser coherente con las estrategias nacionales generales de ajuste de las medidas de salud pública y sociales.

El revocamiento gradual de las limitaciones de viaje (o de las restricciones temporales) debe basarse en una evaluación minuciosa de los riesgos en la que se tenga en cuenta el contexto del país, la epidemiología y las pautas de transmisión locales, las medidas sanitarias y sociales nacionales para controlar el brote y la capacidad de los sistemas de salud tanto en los países de salida como en los de destino, incluidos los puntos de entrada. Toda medida ulterior debe ser proporcional a los riesgos para la salud pública y debe ajustarse a partir una evaluación de riesgos. Dicha evaluación de riesgos debe realizarse de forma periódica y sistemática a medida que evoluciona la situación de la COVID-19 y sus resultados deben ponerse en conocimiento de la población con frecuencia.

Todos los países deben realizar un análisis de los riesgos y los beneficios y establecer sus prioridades.

La OMS recomienda que se dé prioridad a los viajes esenciales en casos de emergencia, las actividades humanitarias (incluidos los vuelos médicos de emergencia y las evacuaciones médicas), los viajes del personal esencial (incluido el personal de respuesta a emergencias y los proveedores de asistencia técnica en materia de salud pública, el personal esencial del sector del transporte, como la gente de mar y el personal diplomático) y la repatriación al país de origen. También debe otorgarse prioridad al transporte de mercancías de suministros médicos, alimentarios y energéticos esenciales. Los viajeros enfermos y las personas en situación de riesgo, incluidas las personas de edad y las que padecen enfermedades crónicas o afecciones de salud subyacentes deben posponer o evitar los viajes internacionales con origen o destino en las zonas donde hay transmisión comunitaria.

Ningún viaje está exento de riesgos si se tiene en cuenta la posible importación o exportación de casos en el contexto de los viajes internacionales. Por consiguiente, la evaluación y gestión minuciosa y continua de los riesgos ayudará a determinar, reducir y mitigar esos riesgos, al tiempo que se equilibran las consecuencias socioeconómicas de las medidas (o restricciones temporales) relativas a los viajes con las posibles consecuencias adversas para la salud pública.

El proceso de decisión debe incluir un análisis de la situación en el que se tenga en cuenta el contexto local de los países de salida y destino. Deben tenerse en cuenta los siguientes factores: la epidemiología y las pautas de transmisión locales; las medidas nacionales de salud pública y sociales para controlar los brotes tanto en el país de origen como en el de destino; la capacidad de los servicios de salud pública y de salud a nivel nacional y subnacional para gestionar los casos sospechosos y confirmados entre los viajeros, incluido en los puntos de entrada (puertos, aeropuertos, pasos fronterizos terrestres) para mitigar y gestionar el riesgo de importación o exportación de la enfermedad; y la evolución de los conocimientos sobre la transmisión de la COVID-19 y sus características clínicas.




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