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Economía circular, replanteando el consumo

  • 22 Jul 2020
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Por: Mariano Carniel,

profesor internacional de ADEN Internacional Business School,

multiplicador B y consultor en innovación y generación de impacto.

mcarniel@aden.org


La economía circular es una propuesta para cambiar el modo de producción del futuro, para lograr que cada producto tenga múltiples ciclos de uso y producción; es decir, que el fin de un producto alimente el comienzo de otro. “El objetivo es que los recursos se conviertan en productos, los productos en residuos y los residuos en recursos”.


El paradigma de la economía circular se opone al actual sistema lineal de producción. Si hoy la ecuación reinante es “tomar, hacer y desechar”, la que se propone es “reducir, reutilizar y reciclar”. Es la puesta en práctica de la expresión “nada se pierde, todo se transforma”, ya que en este modelo no hay residuos: todos los materiales y productos de la cadena productiva sirven para alimentar otros sistemas, y así ad infinitum.


Es un planteamiento que va más allá del reciclaje. No se trata solo de minimizar o reparar los daños que se originan en el actual sistema, sino de ocuparse también de las causas. Por ello se relaciona con la filosofía “de la cuna a la cuna”, la que exige pensar en el impacto medioambiental en todas las fases de producción, incluso en el diseño y concepción de los productos.


LATAM: hora de pensar circular


América Latina es conocida por su abundancia en recursos naturales, lo que representa el 44% del cobre mundial, el 49% de la plata, el 65% del litio, el 20% de las reservas de petróleo del mundo, el 33% de las reservas de agua dulce y el 20% de los bosques nativos de la tierra. Sin embargo, durante el siglo XX la región no pudo traducir su riqueza en un desarrollo económico a largo plazo, debido, principalmente, a la falta de políticas integrales de manejo de recursos y de desechos; además de contar con una actividad emprendedora e innovadora inmadura durante ese período.


Según el Banco Mundial, América Latina genera 160 millones de toneladas de residuos sólidos al año -con un promedio per cápita de 1,1 kg/día-, del cual menos del 3% se reutiliza o recicla. Sin embargo, se espera que para el 2030 la región aumente su población en un 17%, hasta llegar a 705 millones. Eso incrementaría su generación de residuos per cápita en un 45%, con 1,6 kg por día. Además, en Latinoamérica más del 60% de los residuos terminan en vertederos controlados de forma inadecuada. La composición de los desechos sólidos también ha cambiado de ser en su mayoría orgánica a no biodegradable. De hecho, las proyecciones para 2018 apuntaban que la región produciría el 15% del total de desechos electrónicos del mundo.


A pesar de que América Latina solo representa el 8% del PIB mundial, ha conseguido sacar a 70 millones de personas de la pobreza, al expandir su clase media en un 50%, lo que demuestra una de las tasas de urbanización más altas del mundo, con un alcance del 75%, frente a un promedio mundial del 50%. Sin embargo, debido a la actual desaceleración económica, la región ha experimentado promedios de crecimiento bajos, entre 2–2,5%, y se espera que el desempleo suba a 6,9% en 2019, lo que significa que aproximadamente 19 millones de personas no podrán encontrar trabajo.


Latinoamérica tiene un potencial único en términos de uso eficiente de sus recursos y la creación de nuevas políticas de manejo de residuos, que pueden generar interesantes oportunidades para la nueva cultura emprendedora e innovadora que se ha desarrollado en la región durante la última década. Bajo el actual escenario económico, social y ambiental, avanzar hacia una economía circular puede convertirse en una estrategia de política industrial clave para una recuperación económica, a fin de lograr triples beneficios en la generación de empleos de calidad, creación de nuevas empresas y combate contra el cambio climático… Llegó la hora de que Latinoamérica piense circular.

El rol de los ciudadanos-consumidores


¿Cuáles son los actores que debieran ir empujando al resto hacia este cambio? Si hablamos del ámbito empresarial, habría que preocuparse de qué hacen tres grandes actores. Uno, los gobernantes, porque, en efecto, con una ley te pueden condicionar y sacar del mercado, incluso poner en desventaja o amenazar al ciudadano-consumidor. La política pública es un gran agente de cambio. Dos, los inversores. Las empresas están formadas por accionistas, y en la ley de cambio climático de Francia, y en los borradores de la de España, por ejemplo, se dice que las entidades financieras tienen que contar transparentemente cuál es la huella de carbono de su cartera de inversiones.

No es lo mismo que un inversor diga que no le interesa una huella de carbono muy alta, porque le daña su imagen. Importará mucho qué hagan o dejen de hacer los inversores, pero también qué hagan o dejen de hacer los consumidores. Esas tres palancas de cambio son enormes, y muchas veces no se utilizan todo lo que deberían usarse.


Hablando de las personas, siempre se piensa que son otros los que deben resolver el problema: el Estado, las empresas, los gobiernos de los grandes países. Pero, ¿cuál es el rol que tenemos como individuos en este cambio? Hay mucha gente que ha crecido, sobre todo en el ámbito de la sociedad civil y de las organizaciones, con la idea de creer en un mundo mejor. Pero esa posición ya no basta, ahora ya no es útil. Hay que pasar a crear un mundo mejor.


No es lo mismo creer que crear. En los países latinos, en general, se tiene mucho de utopía y poco de pragmatismo. Entonces, se tiene que cultivar esa posición de crear un mundo mejor. Y eso se hace desde cualquier espacio, desde la administración pública, desde la empresa privada y como ciudadano. Lo que cambia el mundo es crearlo, no solo creer.


¿Qué debemos hacer entonces como ciudadanos y como consumidores? Se entiende que los ciudadanos y los consumidores son como un gran ejército dormido, porque su poder es enorme. Si una fracción significativa de ese “ejército” decide premiar o castigar a tal cual producto o empresa, ya está. Con solo que un 10% de la gente haga algo o deje de hacer algo significa un poder enorme. Lo mismo como inversores, cuando uno va al banco, por ejemplo, deposita su dinero, pregunta por el interés que le van a dar, cuándo se puede retirar; pero nadie pregunta qué van a hacer con ese dinero, hacia dónde va. Esa pregunta que sería la de un inversor socialmente responsable debería hacerse.


¿Qué avance tiene esa conciencia?


Se entiende que se están produciendo cambios muy significativos. Sobre el plástico, hasta hace poco, no se tenía conciencia pública, y en muy poco tiempo eso se ha girado en todas las sociedades, en todos los países, y de repente ha pasado a estar en el centro de la política ambiental. Se está dando todo un fenómeno con los millennials y la diferencia entre la posesión y el acceso, entre ser dueño y usar algo.

Las cosas están cambiando  de una manera vertiginosa, y eso es un signo de esperanza. La economía compartida y la tecnología empujan hacia esa dirección, hay una conciencia ambiental cada vez más desarrollada. Pero también desde una perspectiva cultural, pues en la actualidad resulta más “cool” ir por las calles de París en bicicleta que transportarse en coche.


Ejemplos en LATAM

TriCiclos-Chile.Comenzó en Chile en 2009, con el objetivo declarado de trabajar por un "mundo sin desperdicios". Desde entonces, ha construido y operado la red más grande de estaciones de reciclaje en Sudamérica, desviando 33.000 toneladas métricas de material reciclable del relleno sanitario y evitando más de 140.000 toneladas métricas de emisiones de carbono. 


Ecopulpo-Argentina.Crearon el primer packaging a gran escala 100% reciclado, reciclable y biodegradable, fabricado exclusivamente a base de pulpa de papel. El proceso productivo cumple con estándares ambientales reutilizando el 100% del agua requerida. Su diseño apilable asegura eficiencia en el traslado y, por ende, disminución de las emisiones de transporte. El modelo de negocio de Pulpo es 100% sustentable.


AB InBev-Global. La mayor cervecera del mundoquiere que para 2025, el 100 % de sus productos se venda en envases retornables o hechos mayormente con material reciclado. Casi la mitad de sus bebidas se vende en botellas de vidrio retornables y busca aumentar esa cantidad. También halanzado una bebida proteicahecha de granos usados en el proceso de elaboración de la cerveza (que anteriormente solo se revendían como alimento para animales).

 

Resume

Mariano Carniel es licenciado en Administración, con maestría en Gestión de RRHH de las Swiss Business School, de Suiza; y un diplomado en Gestión Emprendedora de la Universidad General Sarmiento de Argentina. Actualmente se desempeña como subsecretario de Modernización, Innovación y Gobierno Abierto de la Municipalidad de Lujan de Cuyo, Mendoza, Argentina. Es profesor internacional de ADEN Internacional Business School, multiplicador B y consultor en innovación y generación de impacto.

 

 

 



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