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El costo de no contar con un asesor fiscal

  • 25 Oct 2019
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En el pasado se requería contar con dos asesores imprescindibles: un cura y un médico. Pero para bien o para mal la vida ha cambiado, y con ello la conducta de los gobiernos hacia una sub-espacie a la que ha evolucionado el homo sapiens: los pagadores de impuestos.

 

Los sujetos pasivos o “contribuyentes”, como amablemente son llamados por las autoridades de la Hacienda Pública, conforman un heterogéneo universo que va desde los asalariados, pasando por los comerciantes informales, hasta llegar a una inquieta clase de ciudadanos que se les llama “empresarios”.

 

Contrario a lo que comúnmente se cree, sobre estos últimos descansa más del 80% del ingreso de la hacienda pública, que ellos pagan bajo la forma de impuestos, tasas y contribuciones especiales. Piense usted en una carga fiscal, la que sea, y es seguro que un empresario esté por ahí, en algún lugar, trabajando más de una tercera parte de su tiempo efectivo, tratando de generar ingresos suficientes para poder pagarla. Y es que el fisco no se anda con bromas al querer recolectar “lo que le corresponde”.

 

El empresario tiene siempre presente que su sociedad con la administración tributaria va más o menos así: si pones un negocio y tienes utilidades, una vez descontado los salarios, esfuerzo, los riesgos, el desarrollo de habilidades sobre la competencia y el sudor propio del trabajo honesto (llamados contablemente “costos y gastos”; y bueno, por qué no decirlo, incluyendo en la resta de las utilidades las derivadas del pago de “impuestosextra lege”, que cobran las organizaciones criminales para ingresar a sus territorios), de la utilidad que queda (“renta neta”), el fisco nos pasa el sombrero para solicitar su 30% de participación.

 

Pero la cosa no queda ahí. Si por alguna razón el empresario tiene pérdidas, la administración pública disimuladamente voltea a ver para otro lado y le dice: “caballero, para qué anda usted inventando en poner una empresa, sepa que el fisco de la República no comparte ni participa en el riesgo empresarial”. Fin de la historia. La ecuación es simple: lo tuyo es mío y lo mío es mío. Punto. Parece un matrimonio celebrado en el “averno”.

 

¿Qué es lo que hace un asesor fiscal?

Entrando en materia del título de mi editorial, las cosas se agravan cuando el inocente pagador de impuestos no cuenta con un asesor fiscal. Sobre este punto, tenemos primero que responder a la más simple de las preguntas: ¿qué es lo que hace un asesor fiscal?

 

Como decía mi abuelita, empecemos por el principio. Quizá valga la pena explicar primero qué es lo que no es. El asesor fiscal no es un profesor sobre cómo evadir impuestos. No se trata de un agente de la cosa nostraque se colude con malandrines, disfrazados de hombres de negocios para defraudar a la hacienda pública.

 

No obstante la mala fama -bien o mal merecida- por parte del gremio, un asesor fiscal desarrolla dentro de las empresas un rol que va mucho más allá de ver cómo hace para que su cliente se sirva con la cuchara más grande, en perjuicio de la colectividad. Valdría la pena acotar que la visión caricaturesca que hace ver al empresario tan mezquinamente capitalista, como el Rico McPato, no pasa de ser eso: una caricatura que muy pocas veces se cumple en la realidad.

 

Como lo expuse párrafos atrás, sobre las espaldas de los miles de empresarios, pequeños medianos y grandes, que conforman el tinglado productivo nacional, descansa la funcionabilidad económica del Estado, el pago de sus inversiones de capital que se traducen en hospitales, escuelas, centrales generadoras de energía, aeropuertos y puertos; así como el soporte de sus gastos corrientes, como por ejemplo el pago de una enfermera, un médico, un maestro y un policía. No estaría de más que cuando veas a un empresario le extendieras tu mano amiga y le dijeras: “gracias por todo”.

 

Entonces, el rol del asesor fiscal es mucho menos oscuro que esa apocalíptica visión de evadir impuestos. Típicamente, nuestra función es mucho más proactiva. El asesor fiscal, por bueno que sea, no puede dormirse en sus laureles, tenemos que estar estudiando constantemente las diferentes modificaciones a las leyes fiscales, que nuestros queridos diputados, aparentemente, no les agrada mucho dejar reposar.

 

El asesor fiscal debe trasladar su conocimiento sobre las múltiples reformas legales, de manera oportuna, a sus clientes, a efecto de evitar que estos, imbuidos como están en sus negocios, no cometan errores de interpretación que puedan derivar en una incorrecta aplicación de la legislación vigente, que les acabe provocando sinsabores, que se traducen en aplicaciones de multas, impuestos complementarios e intereses.

 

La idea no es pagar menos

En nuestra firma, acostumbramos a bromear con nuestros clientes sobre el hecho de que “nosotros, con una sola asesoría oportuna que brindemos, hacemos que nuestros honorarios se paguen solitos”. Y es que una tan sola multa que evitemos, con una asesoría brindada a tiempo, paga con creces, y muy por encima, los honorarios que pudiésemos haber facturado.

 

Por otro lado, un asesor fiscal que se precie de serlo, estudia las sentencias emitidas por el Tribunal de Apelaciones de los Impuestos Internos y Aduanas; así como por la Sala, Cámaras y Juzgados de lo Contencioso Administrativo, que establezcan “nuevas corrientes de criterio”, que, a su vez, marcan la pauta de conducta fiscal de los contribuyentes.

 

Hay casos en que un criterio conocido y aplicado a tiempo brinda a los contribuyentes una clara guía sobre una errónea aplicación de una norma fiscal, que se puede traducir en un impuesto ahorrado, por estar “sobre pagando” una carga fiscal debido a una norma mal interpretada; o, por el contrario, se revela la necesidad de realizar una necesaria corrección fiscal, al estar aplicando de forma equivocada una norma que se puede traducir en un pago ilegítimamente inferior de un tributo.

 

Por si no se sabe, que se sepa: los ajustes fiscales pueden ser al alza o a la baja. La idea central de una asesoría fiscal no es pagar “menos” impuestos. En innumerables ocasiones, un asesor fiscal puede asesorar en el sentido de que debe pagarse más. El asesor fiscal está casado con la ética y con la correcta aplicación de las normas fiscales, y no con la difundida idea de que sirve para cargar bolsas de dinero en un Cessna fletado para las Bahamas.

 

El costo de no contar con un asesor fiscal que ilustre al equipo contable de un contribuyente (o al contribuyente mismo, en caso de no contar con uno), puede ser altísimo. He conocido muchas empresas que se han ido a la quiebra por una incorrecta aplicación de las normas fiscales, que, como una bola de nieve, han generado montos monumentales de impuestos complementarios, multas e intereses; y por qué no decirlo, muchas veces, penas de cárcel, que han sido un derivado negativo de no contar con la visión correcta sobre ese intrincado mundo conformado por las leyes fiscales.

 

La tentación de los empresarios es cortar costos. Entendible. Pero la próxima vez que decidas ahorrar en algo, que no sea en prescindir de tu asesor fiscal.

 

Review

 

Hasta penas de cárcel

-      El costo de no contar con un asesor fiscal que ilustre al equipo contable de un contribuyente (o al contribuyente mismo, en caso de no contar con uno), puede ser altísimo.

 

-      He conocido muchas empresas que se han ido a la quiebra por una incorrecta aplicación de las normas fiscales, las cuales, como una bola de nieve, han generado montos monumentales de impuestos complementarios, multas e intereses; y por qué no decirlo, muchas veces, penas de cárcel.

 

Resume

 

Maximiliano Mojica es abogado, asesor y consultor en temas fiscales corporativos en Portal & Asociados, desde 1997. Es graduado de la Universidad Dr. José Matías Delgado y miembro fundador de la Asociación Salvadoreña de Propiedad Intelectual y del Instituto Salvadoreño de Derecho Tributario. Ha obtenido varios diplomados en materia fiscal y en la actualidad estudia su segundo título universitario en Contaduría Pública. Posee maestría en Leyes y Administración (LLM), otorgada por INIDEM-INCAE. Es editorialista en temas legales y económicos.

 



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