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Empresas B, las mejores para el mundo

  • 15 Nov 2019
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Empresarios vanguardistas le apuestan a una economía regenerativa, que busca recuperar y valorizar tanto los ecosistemas degradados como el tejido social y urbano, donde el éxito se mide por el bienestar de las personas, de las sociedades y de la naturaleza en el presente y futuro.

 

En el contexto latinoamericano, una de las regiones más desiguales y dinámicas del planeta pero con grandes recursos naturales y energéticos, la comunidad empresarial y la ciudadanía en su conjunto toman cada vez más conciencia de la necesidad de redefinir el éxito empresarial, que hasta hace poco basaba en la rentabilidad y maximización de ingresos para los accionistas, sin importar a costa de qué se generaba.

 

Pero, ¿qué pasa si esos empresarios, emprendedores y ciudadanía anteponen algo superior a la rentabilidad, a ese deseo casi exclusivo de generar solo dinero?. Ese algo es llamado propósito, y ya hay en Latinoamérica muchas empresas conscientes de que si no se hace algo, el planeta y las personas que vivimos en él no tendrán una oportunidad.

 

Ese propósito está asociado a un impacto socio-medio-ambiental, y sumado al económico hacen lo que se llama empresas de Triple Impacto. La necesidad de generar ingresos monetarios tiene como finalidad mantener el impacto sostenible y sustentable que hoy generan. Es decir, una empresa dedicada a transformar las sociedades debe generar ingresos para continuar con ese propósito.

 

En ocasiones, las acciones de Responsabilidad Social Empresarial (RSE) que realizan las empresas no son sostenibles en el tiempo, debido a que hacen actividades aisladas en el año y dependen, justamente, de los resultados de la compañía. Los vaivenes económicos y políticos que enfrentan muchos países no les permite tener previsibilidad de los negocios. En cambio, las empresas de Triple Impacto son una evolución de las acciones de RSE, que van más allá al entender que deben generar sus propios recursos y ser más competitivas y sostenibles en el tiempo.

 

Han llegado para quedarse

Es por eso que las Empresas B han llegado para quedarse, porque lo primero que proponen es el bien común, tanto social como ambiental, y luego ganar dinero. Los sectores privado, público y social están evolucionando para adaptarse a las diversas demandas. El sector privado ha incorporado prácticas operacionales como el valor compartido, con el objetivo de mejorar la competitividad y al mismo tiempo generar un impacto positivo en las condiciones sociales y ambientales de la comunidad en la que opera.

El sector social, por su parte, ha introducido prácticas que le permiten participar en los mercados; mientras que el sector público ha ido avanzando en transparencia y rendición de cuentas, a la vez que combina mecanismos económicos y administrativos que favorecen su sostenibilidad económica.

 

Las Empresas B o híbridas se encuentran en un escalafón más alto de la cadena de valor social,  en el que confluyen las mejores prácticas de los sectores público, privado y social. Este nuevo modelo empresarial propicia la formación de un sector emergente o cuarto sector que no pretende ser un nicho más dentro del ecosistema, sino transformar la concepción del éxito empresarial. Las Empresas B no quieren ser solo las mejores del mundo, sino también las mejores para el mundo.

 

El denominado cuarto sector incorpora del sector privado la participación regular en los mercados, del sector público la naturaleza asociada a la generación de valor público y del sector social la orientación a su misión. La razón de ser de las Empresas B se transforma y tiene como propósito crear un entorno favorable para la solución de problemas sociales y medioambientales.

 

Latinoamérica y sus experiencias

Esta modalidad se desarrolla y crece de forma rápida en  América Latina. En la actualidad Chile y Brasil lideran como países con más Empresas B certificadas y pendientes, con más de 120 cada uno; mientras que  Argentina posee 80 y Colombia 58. En total, hay alrededor de 401 empresas certificadas en Latinoamérica. A esto hay que sumarle las empresas que generan impacto, de una u otra manera, pero que aún no se encuentran certificadas.

 

En el listado de empresas podemos encontrar desde las que facturan menos de US$ 1 millón anuales, hasta gigantes que están transformando su modelo de negocio hacia el triple impacto. Los tipos de negocio son muy variados y, desde luego, el impacto que ocasionan. En muchos casos la generación de valor agregado es la más importante, ya que se busca la integración de comunidades con dificultades de generar ingresos, y estas empresas les dan las herramientas y recursos para ayudarlos a integrarse entre sus proveedores. Entre otras están las que utilizan los residuos para generar valor, tal es el caso de empresas que construyen casas con botellas PET, dándole un uso social y, obviamente, ambiental.

 

En el mismo camino se empiezan a sumar ciudades que buscan generar impacto, como Mendoza+B (Argentina) y Santiago+B (Chile), donde confluye la importancia de sumar empresas, como emprendedores, universidades y la sociedad en general con apoyo de los gobiernos locales.

 

La trascendencia de las Empresas B crece en tal medida que la ONU ha comunicado que la evaluación de impacto necesaria para la certificación, como la herramienta que deben usar las empresas para evaluar su impacto, está directamente relacionada con los ODS (Objetivos de Desarrollo Sostenible).


Evaluación de Impacto B

-La Evaluación de Impacto B es una herramienta que permite a las entidades medir y administrar el desempeño socio-ambiental de su negocio. Esta se encuentra dentro de Sistema B que es el órgano que regula y certifica a las empresas. Esta herramienta pone a la empresa en una posición de entender y valorar los cambios que se propone y, sobre todo, encontrar las verdaderas posibilidades que tiene para aportar a la sociedad.

 

-Las 5 áreas de impacto que se evalúan son las siguientes: clientes, gobernanza, trabajadores, comunidad y medio ambiente.

 

-Una vez realizada la evaluación, se accede a información estadística para compararse con otras empresas que hagan lo mismo, algo que permite una suma de buenas prácticas.


Resume

Mariano Carniel es licenciado en Administración de Empresas, con maestría en Gestión de RRHH de las Swiss Business School y un diplomado en Gestión Emprendedora de la Universidad General Sarmiento de Argentina. Actualmente se desempeña como subsecretario de Modernización, Innovación y Gobierno Abierto de la Municipalidad de Lujan de Cuyo, Mendoza, Argentina. Es profesor internacional de ADEN Internacional Business School, multiplicador B y consultor en innovación y generación de impacto.

 



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