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Las claves necesarias para ser un buen líder

  • 18 Sep 2019
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Ser un buen líder debe ser uno de los requisitos de las grandes empresas. Un líder es un referente para un grupo de personas, no necesariamente involucradas a nivel profesional. Tener buenas competencias de liderazgo y saber dirigir un equipo es una cualidad que no todo el mundo posee, pero con algunas nociones básicas y algo de práctica se pueden desarrollar y mejorar dichas habilidades.

 

Siendo honestos: ser un buen líder no es tarea fácil. La buena noticia es que como Revista Agenda hemos preparado una lista de grandes consejos que te pueden ayudar a manejar tu negocio como un gran jefe.

 

¿Cuáles deben ser las competencias básicas que debe poseer un verdadero líder? A continuación, te las detallamos.

 

Guía a los demás con el ejemplo

 

Uno de los principales errores es exigir cuando el líder no aporta al equipo. Los líderes deben actuar no solamente exigir. Si quieres que tus empleados sean puntuales, asegúrate de ser el que llega primero a la oficina. Si el profesionalismo es prioridad, vístete para el éxito y trata a los demás con cortesía. Todos los líderes deben predicar con el ejemplo.

 

La comunicación es algo más que hablar y escribir con eficacia. Sus acciones comunican más sobre usted que todo lo que pueda decir o escribir. En última instancia, sea consecuente con lo que escribe, lo que dice y lo que hace para estar en alineación total. Es necesario predicar con el ejemplo, hacer lo que dices que vas a hacer y mantener tus compromisos.

 

La pregunta ante este reto es, ¿está usted siendo el ejemplo del resto del equipo en su trabajo?

 

Un poco de humildad te llevará lejos

 

Hay una gran diferencia entre ser un líder y un jefe. Aunque ambos están a cargo, pero un líder comparte el centro de atención y se siente cómodo dándole también el crédito a los otros. Aunque parezca contraproducente, ser humilde te dará más confianza. Tus empleados lo apreciarán y tu clientes también.

 

Aunque a menudo los jefes para representar su carácter utilizan la imagen de un tiburón, frío, insensible, decidido, cruel; hay muchos más profesionales que destacan aprendiendo a mostrar una faceta más humilde. 

 

De acuerdo con un estudio realizado por Martin Seligman, fundador de la Psicología Positiva y autor de “Virtudes y Fortalezas del Carácter“, la humildad se caracteriza de esta manera:

 

·     Una conciencia profunda de nuestras habilidades

·     La capacidad de reconocer nuestros errores, deficiencias, límites

·     La apertura a nuevas ideas, sugerencias contradictorias

·     Un enfoque no exclusivo sobre nosotros mismos

·     La capacidad de apreciar la contribución de los demás

 

Es por ello que el líder humilde no sólo es más apreciado, como es fácilmente imaginable, sino que también es el más eficiente. Los líderes de cualquier rango saben que la capacidad de reconocer los propios errores, de resaltar el potencial de sus subordinados y de proporcionar un buen ejemplo son la pieza central de un liderazgo eficaz. Y consideran que esos tres comportamientos son potentes predictores de la capacidad de crecimiento de una organización.

 

Haz que tus juntas sean productivas

 

Como dice el dicho, el tiempo es dinero. Así que debes aprender a ahorrar tiempo, sobre todo en las juntas. Si confías que tu equipo hará el trabajo, no debería haber la necesidad de recurrir a la microgestión.

 

La gran mayoría de las reuniones en las oficinas consiste en ponerse al día, por lo que no tiene sentido que se reúna todo el equipo. Sustitúyelas por aplicaciones de mensajería en tiempo real. Además, las reuniones tienen que tener bien claro el principio y final.

 

A veces la hora de inicio no suele ser tan problemática, pero lo más habitual es que nos pasemos de la hora prevista para el fin de la reunión. Por eso, es recomendable dejar este punto atado con antelación. Además, a la hora de marcar este timing, está bien fijarse en los flujos de trabajo de los involucrados, para intentar no cortarlos.

 

Por ejemplo, haciendo la reunión a primera hora en vez de a media mañana. Una vez iniciado el evento, deberías prestar atención al reloj, con el objetivo de no desviarte del tema y ajustar el ritmo de la conversación.

 

Comunícate efectivamente

 

Esto es imperativo, tanto en la oficina como en tu vida personal. Los grandes líderes se aseguran de ser escuchados y entendidos, pero también saben que es importante escuchar. La comunicación es una calle de dos vías y saber aprovecharla hará que tu empresa siga creciendo en lugar de frenarse. 

 

Las reuniones tienen que tener, además, un objetivo claro y bien definido. Los puntos a tratar se tendrán que especificar con antelación, para que los asistentes puedan venir preparados, y así solucionar los temas del día más rápidamente y con más eficiencia. Además, de nuevo, nos ayudará a no irnos por las ramas.

 

Steve Jobs decía que las invitaciones a reuniones de empresa debían limitarse a los empleados que tuviesen la autoridad y conocimiento necesarios para desarrollar los puntos a tratar y tomar decisiones. Este método le permitía, por un lado, aprovechar los recursos y el tiempo de la empresa, y por el otro, focalizar la atención de los participantes.

 

En caso de no elegir correctamente a los asistentes a la reunión, la falta de interés y la apatía se pueden extender y contagiar al resto, provocando un descenso de la productividad. Por ello, a la hora de enviar la convocatoria, es recomendable dejar claro que si alguien cree que no vaya a aportar ningún valor a una reunión, tiene la posibilidad de no asistir a la misma.

 

Define los contenidos de cada reunión

 

Las reuniones tienen que tener un objetivo claro y bien definido. Tanto los objetivos de la reunión como los puntos a tratar se tendrán que especificar con antelación, por ejemplo, enviando un email a los asistentes, para que puedan venir preparados, y así solucionar los temas del día más rápidamente y con más eficiencia. Nada más arrancar la reunión de trabajo, es conveniente que vuelvas a remarcar los puntos a tratar. Esto nos ayudará a no irnos por las ramas.

 

Concreta las responsabilidades

 

La reunión no se tiene que convertir en una conferencia en que solo habla uno de los participantes mientras los otros simplemente escuchan. La comunicación tiene que ser multidireccional, que las diferentes partes se involucren y sean proactivas. Por ello, cada asistente será responsable de preparar una tarea concreta, como por ejemplo, los datos, la presentación o la documentación necesaria para sostener los argumentos. De la misma manera, las tareas u objetivos que salgan de esa reunión tienen que ser específicos. Será mucho más eficiente si se define exactamente quién será el responsable de cada tarea en concreto, y se establecen plazos de ejecución.

 

Acaba con un resumen

 

En una reunión se pueden tratar muchos puntos, puede durar varias horas y a veces al finalizar los asistentes no tienen en la cabeza el 100% de lo que se ha hablado y acordado. Por esto, es bueno terminar con un resumen de los puntos tratados, de las tareas que se han encomendado a cada uno, de los objetivos definidos, y en general de todo lo que se haya hablado. Comprueba que todos los asistentes hayan entendido la información de la misma manera. Una buena forma de reafirmar la comprensión es lanzar preguntas, ya que exige una mayor atención.

 

Como ya hemos comentado, se trata de consejos dirigidos más bien a reuniones internas de la empresa. Pero es cierto que también se puede aplicar a otras reuniones, con clientes, proveedores, etc. Eso sí, seguramente será mejor hacerlo de una manera más relajada para que las negociaciones o tratos que tengamos que realizar no se vean perjudicados.

 

Una vez terminada la reunión de empresa, envía un correo electrónico con los puntos tratados y las funciones asignadas a los asistentes. Si es necesario, planifica una reunión de seguimiento para confirmar que lo acordado se esté cumpliendo correctamente y corregir los imprevistos que puedan surgir.

 



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